jueves, 23 de abril de 2009

LOS PACIENTES: TESTIGOS DE JEHOVÁ

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EL RIESGO DE INTERVENIR A TESTIGOS DE JEHOVÁ
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Dentro de los grupos religiosos, con su acervo e ímpetu de creencias y actitudes, uno en particular, como es el caso de los llamados Testigos de Jehová, ha obligado a médicos, abogados, moralistas y multitud de profesionales, a pensar sobre un aspecto tan delicado como intervenir sanitariamente, casos de alto riesgo sin elementos tan importante como la sangre y sus derivados (hemoderivados).
El principio de libertad de creencia o religión hace de los actos del ser humano una manifestación de su soberana determinación personal, influida por sus creencias religiosas.
La autonomía del paciente a la hora de decidir, es amparada por la constitución española, como desprendimiento de esa libertad esta implícita también, en las decisiones de quién se somete a un tratamiento médico.
Esta perspectiva, considerada profesionalmente como peligrosa, así como la posibilidad de reservar un derecho de intervención en aquellos eventos en los cuales el médico piensa que el paciente ha tomado la opción equivocada. El principio de autonomía permanece incólume aun cuando la persona elige de manera consciente un camino que no conduce al beneficio de su mejoría o recuperación.
Esto es lo que en filosofía se conoce como voluntad débil, el derecho de los fumadores, por ejemplo, se funda en este tipo de justificación. En este ejemplo, la certeza del mal que produce el consumo de cigarrillo, se supone inferior al valor de la independencia y autonomía a la hora de tomar una decisión, aún a sabiendas de que es errónea o equivocada. O lo que es lo mismo, en otras palabras, la idea de ser independiente para decidir lo que se hace, esta por encima del prejuicio que pueda derivar de la opción escogida.
En esta forma se entiende que ante el riesgo mas o menos grande, que entraña toda
intervención médica, corresponde al paciente, y no al médico, tomar la decisión y asumirla.
si el paciente no esta de acuerdo con la opción que el médico le presenta, puede elegir
libremente a otro profesional que se haga cargo del asunto. Si el paciente propone o escoge
una opción con la que el medico tratante no convenga, puede retirarse del tratamiento,
como lo autoriza la ley sanitaria española.
En lo referente a lo penal hay necesidad de hacer una aclaración: no hay delito de atentar contra si mismo, contra su salud o contra su propia vida, al rechazar un tratamiento médico.
El reconocimiento del principio de autonomía ha sido permanente, en el derecho penal, que solamente castiga los comportamientos que atenten contra otra persona o contra la sociedad.
Obviamente, el principio de autonomía del paciente tiene un límite: el del actuar médico con
su principio ético, que ha jurado servir a la humanidad respetando la ley.
Por ello, cualquier determinación del paciente por mas libre y autónoma que se pretenda, no
obliga a un profesional que considere esta decisión absurda o contra prudente. Secundar el
enfermo en su responsabilidad es participar conscientemente del daño que esa decisión
pueda producirle.
Al evaluar el riesgo de un tratamiento, debe tenerse en cuenta el tipo de paciente, el campo
de especialización del médico que lo atiende, los recursos de los cuales dispone, el momento
en el que se presenta la enfermedad y otro numero de variables.
En el caso de un testigo de Jehová, si se niega a aceptar transfusión en caso de cirugía
electiva (no de urgencia), el médico y la institución puede con toda libertad rechazar el
caso o plantear otras formas de tratamiento, aunque estas no sean las mejores disponibles,
pero que se pacten de común acuerdo con el paciente.
No es de ninguna manera recomendable aceptar en forma electiva a pacientes pertenecientes a la religión de "Testigos de Jehová", con el objeto de llevarlos a procedimientos de alto riesgo y que adicionalmente requieren trasfusiones de sangre y sus derivados.
Porque con los mismos argumentos que hoy esgrimen los miembros de este grupo, podría
aparecer el día de mañana otro que se oponga por completo a las intervenciones quirúrgicas
sobre el cuerpo humano, por considerar que viola algún mandato de una nueva deidad
etérea. En estos casos: ¿Tendremos entonces que tratar las apendicitis con analgésicos y
antibióticos por respetar ese principio de autonomía de las personas? ¿Dejaremos morir a personas por el hecho de que en su sagrado testamento les prohiba recibir atención sanitaria?.
Considero que los problemas de la humanidad son muchos y muy complejos como para
hace retroceder en el tiempo nuestros principios científicos, volviendo a un oscurantismo
que a solamente beneficia al fanatismo de algunos "personajes".
Por lo tanto, actuando en nombre del conocimiento médico científico y con el respaldo de
la ley, que protege el derecho a la vida por encima de cualquier derecho, los casos de
urgencia deben ser tomados con la advertencia de transfundir, en caso de necesidad, por
encima de cualquier consideración. Si el paciente y su familia rechazan el tratamiento,
deben firmar un documento que así lo exprese en forma muy clara. (Consentimiento Informado sobre la negación a ser tratado con sangre o hemoderivados).
Si el paciente, a su vez, es menor, priman sus derechos sobre cualquiera otro. Si es adulto, o acepta el tratamiento integral o lo rechaza por completo bajo su entera responsabilidad.
Los casos electivos que partan de la base de no transfusión, deben ser rechazados por
completo, porque el riesgo de muerte del paciente y las posibilidades de demanda civil,
penal y ética no tienen por qué ser asumidos por los profesionales y las instituciones, en
aras de una "creencia absurda". No se puede sumar una angustia adicional a las normalmente existentes en el ejercicio de la medicina o enfermería, por dar gusto a conceptos que no
tienen ninguna base científica.
En cualquier caso, el médico deberá asesorarse siempre de los abogados del hospital, de su
comité de ética y de profesionales expertos en la materia.
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Todo esto viene, por que hoy, he visto a un hombre morir, ha muerto simplemente por el hecho de negarse a recibir sangre o hemoderivados. Yo y mi colectivo y demás profesionales de la salud, que nos dedicamos a esto desde lo más vocacional por ayudar al prójimo y salvar vidas, tenemos que desviar la mirada hacia otro lado, agachar la cabeza y respetar las decisiones religiosas, aunque en lo más profundo de nuestro ser no entendamos porque una creencia religiosa prime sobre el derecho a la vida.

4 De Mis Circunstancias, comentaron::

Perro y sus circunstancias, no se fueron sin decir:

Es la eterna cuestión entre el enfermero profesional o el enfermero humano.... Sea como sea es difícil...

Anónimo y sus circunstancias, no se fueron sin decir:

Buenas
no solo las creencias religiosas priman sobre la vida,,,En ocasiones la misma moral o ética o su simple negación del más allá del paciente reniega de la vida pidiendo la muerte(eutanasia)

No hablo de la situación del enfermo, hablo de un pensamiento y unas creencias, tanto religiosas como no,de tu "motivación"...Pues ¿que diferencia hay entre el que por fe pierde la vida, y el que por falta de independecia decide no vivir?

Ambos han rechazado la vida, Uno por que su religión y otras por el modo de vida que les ha tocado..

El mellizo

Anónimo y sus circunstancias, no se fueron sin decir:

aaaah perdona

con esto no justifico la muerte "absurda" de estas personas, todo lo contrario, me da lastima,,

Con esto solointento resaltar un poco la "hipocresía" de la sociedad que acepta la eutanasia pero no los actos de fe

El mellizo

Anónimo y sus circunstancias, no se fueron sin decir:

¿Puede mi nieta de 2 años (Testigo de Jehova) decidir si desea vivir o no?
¿Puede mi hijo (el papa de la nena) decidir por ella su derecho a vivir?
¿Tu matarias a tu hijo?
Eso es lo que hacen los testigos de jehova con el lavado de cerebro que le practican a sus seguidores.-
Sus seguidores no son libres de elegir porque no tienen dos o más opciones, sólo una... (La de Asesinar a su hijo)
Negar la vida es Matar.