EL MUNDO ES UN PAÑUELO

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..........Estaba yo sentado en la terraza de un conocido café de Nueva York, cuando recibí una llamada al móvil y necesitaba apuntar una dirección, pero no tenía ningún bolígrafo a mano. Mire la mesa de al lado y vi que el chico sentado en ella, tenía una carpeta y varios bolígrafos apoyados en la mesa, ni corto ni perezoso decidí pedirle uno prestado para poder apuntar lo que me decía por teléfono. Tras colgar y haber apuntado la dirección, le devolví el bolígrafo y entramos en conversación; el chico era un australiano que, según resulta, estuvo varios meses en Málaga estudiando el funcionamiento de la Seguridad Social y los Hospitales de la provincia.
— Sé que es una pregunta tonta –dije–, pero por casualidad, alguna vez te encontraste con un compañero llamado Benjumea? Es un antiguo amigo mío, que gestiona, dos de los hospitales más importantes en Málaga...
— Benjumea, Benjumea... –murmura el australiano –. ¡Creo que sí! Es un muchacho alto, muy enérgico, con piercings y que suele estar siempre de bromas allá por donde va.
— ¡Bromeas! –exclama exclame sorprendido–.
— El mundo es un pañuelo, ¿verdad?
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Casi todos hemos tenido la experiencia de encontrarnos con alguien lejos de nuestro entorno que, para nuestra sorpresa, resulta compartir con nosotros un conocido mutuo. Esta clase de experiencia ocurre con la suficiente frecuencia como para que nuestro idioma tengamos una frase hecha, para decirla en el momento apropiado y al descubrir conocidos comunes. Solemos decir “el mundo es un pañuelo”.
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La manera más sencilla de formular el problema de que el mundo es un pañuelo es: tomando dos personas cualesquiera en el mundo, ¿cuál es la probabilidad de que se conozcan entre sí? Una formulación algo más sofisticada, sin embargo, tiene en cuenta el hecho de que mientras que las personas X y Z puede que no se conozcan directamente, es posible que compartan un conocido mutuo –es decir, una persona que los conoce a ambos. Uno puede pensar entonces en una cadena de conocidos en la que X conoce a Y e Y conoce a Z. Además, se pueden imaginar circunstancias en las que X se vincula con Z no por un solo lazo, sino por una serie de lazos: X-a-b-c-d... y-Z. Es decir, la persona X conoce a la persona a que a su vez conoce a b, que conoce a c... que conoce a y, que conoce a Z.
Por tanto, otra pregunta que uno puede hacerse es: dadas dos personas cualesquiera en el mundo, la persona X y la persona Z, ¿cuántos lazos intermedios de conocidos se necesitan antes de que X y Z estén conectados?. Pues existe un número de lazos, hipotéticamente, se dicen que son necesarios 6 lazos de interconexión. Es la llamada teoría 6 grados de separación.
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Seis grados de separación es una teoría que intenta probar el dicho de "el mundo es un pañuelo", dicho de otro modo, que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces). La teoría fue inicialmente propuesta en 1929 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy, en una corta historia llamada Chains. El concepto está basado en la idea que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera. Además cada cadena, puede tener interconexión con otra cadena, pues algunos de tus amigos, son amigos de tus amigos, valgame decir la redundancia.
El tema, ha dado mucho que hablar, incluso hicieron una película basada en la teoría, en 1993, llamada 6 grados de separación y en 2007, una serie de televisión, de nombre 6 grados.
Hay quién, tras estudiar el tema, ha llegado a la conclusión de que es solamente una "leyenda urbana" más.
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Es curioso ¿no?.