domingo, 30 de agosto de 2009

AMOR GAY


Amor gay
Por Arturo Pérez-Reverte

Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado. Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele darse entre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.
Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los vi cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.
Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adolescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una mierda, llenos de asco y de soledad.
La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.
A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura.
Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo. Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.

Arturo Pérez-Reverte

jueves, 6 de agosto de 2009

TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED...

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1-¿Por qué el pan de molde es cuadrado, si el choped, salami, mortadela...son redondos?¿Quién tiene la culpa de esto, los tranchetes?.
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2-Por qué, cuando te duele una herida, siempre llega alguien que te dice:
¿Te duele? Eso es que se está curando...Que me imagino a Jesucristo
con los clavos, y la Virgen : ¿Te duele? Fenomenal, en tres días vas a estar como nuevo....
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3-¿Por qué en las películas de miedo siempre aparece una puerta cerrada
de la que sale mucha luz por las rendijas? ¿Qué hacen los espíritus ahí detrás, fotocopias?.
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4-Por qué cuando yo compré el piso, a mí no me dieron la canica que tienen
los demás vecinos (pero todos) y que se les cae o la echan a rodar a partir de las doce de la noche?.
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5-Por qué cuando llegamos a lo alto de una montaña nos ponemos las manos en la cadera? .
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6-Por qué abrimos la boca cada vez que miramos al techo?.
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7-Por qué nos da por ir a la nevera cada cuarto de hora si siempre hay lo mismo?.
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8-¿Por qué si nunca usamos las páginas amarillas, cuando las ves en el portal te pones
contentísimo y, de hecho, piensas en cogerlas todas?.
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9-¿Por qué cuando nos sonamos los mocos abrimos el pañuelo y miramos lo que hemos echado?¿Qué esperamos encontrar? ¿Berberechos?.
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10-¿Por qué cuando nos cuelgan el teléfono nos quedamos mirándolo como si el teléfono
tuviera la culpa?.
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11-¿Por qué cuando nos llaman al móvil sentimos la necesidad irrefrenable de ponernos
a andar de un lado a otro?.
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12-¿Por qué cuando estamos en un lugar alto nos obsesionamos con ver nuestra casa?
'Mira, mira ahí, al lado del edificio rojo...'.
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13-¿Por qué cuando echamos una carta al buzón no podemos evitar mirar por la ranura
e investigar qué hay dentro? ¿Qué esperamos encontrar?¿Un cartero enano?.
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14-¿Y por qué abrimos los ojos cuando estamos a oscuras?¿Qué creemos?. ¿Que tenemos superpoderes?.
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15-¿Por qué nos da tanta vergüenza quedarnos en calcetines cuando vamos a una zapatería?
¿Por qué en cuanto nos traen el calzado que hemos pedido nos lo ponemos a toda leche?.
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16-¿Por qué hay tanta gente que cuando como un helado de cucurucho, a la mitad,
muerden el pico de abajo? Si saben que por ahí les va a chorrear.
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17-¿Por qué nos hace tanta gracia que se nos quede la marca del reloj cuando nos ponemos morenos y se lo decimos al de al lado? Mira, se me ha quedado la marca, parece que llevo reloj, pero no lo llevo, jejeje.
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18-¿Porqué cuando un aparato eléctrico no funciona no se nos ocurre otra cosa que apretar con más fuerza el botón de encendido?.
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19-¿Por qué cuando alguien se va a poner gotitas en los ojos abrela boca de esa manera tan extraña?¡Es colirio, no tequila!.
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20-¿Por qué cuando cogemos una caja de medicamentos, por muchas vueltas que le demos, siempre la abrimos por el lado que no es y aparece el prospecto, ahí, doblado?.
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21-¿Por qué cuando vas de viaje te sientes culpable si no visitas los museos?.
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22-Por qué cuando nos enfadamos nos cruzamos de brazos?¿Qué ganamos con ello?.
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23-¿Y por qué elegimos siempre las bodas para dar a conocer a nuestros padres que fumamos?.
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24-¿Y por qué cuando tenemos miedo nos metemos debajo de las sábanas? ¿Creemos que así un cuchillo no atraviesa la sábana?.
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25-¿Por qué has mirado al techo al leer la sexta pregunta?.
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miércoles, 5 de agosto de 2009

DESDE LO MAS PROFUNDO


..........Desde lo más profundo de mi alma, evito tenerte en mi mente, bloqueo todo anhelo de escucharte. Permanezco inmóvil a tus ataques verbales y tus deseos carnales.
Procuro no ser participe de tus juegos, de tu ironía y de tu falso mercado de valores.
No entiendo por que no eres consciente de mi actitud, no entiendo como a tu edad, no te das cuenta de que no te necesito a mi vera, no necesito tu destrucción personal en mi entorno.
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..........Desde lo más profundo de mi alma, te tengo olvidado, enterrado para siempre. No me vengas con historias de cápsula del tiempo, de vida conjunta ni de proyectos olvidados. Mi primer plan de futuro es mantenerme distante, lejano, olvidado.
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..........Desde lo más profundo de mi alma, te digo adiós, en lugar de hasta luego. Quiero ser firme en mis palabras y en mis proyectos....